Historia
Desde pequeña se destacó por la piedad, el amor a la oración, la laboriosidad y la obediencia, y por una gran sensibilidad ante la pobreza humana.
A la edad de siete años sintió en su alma el llamado a la vida religiosa, pero sus padres no le dieron permiso. Ante la negativa, la niña intentó apagar dentro de sí el llamado de Dios. Cuando recibió su primera Comunión, a los nueve años de edad, experimentó una fusión íntima con Jesús Eucarístico. Desde entonces, fueron los momentos más solemnes los que pasaba en adoración y cuando recibía la Santa Comunión.
Su educación escolar duró dos años. Al cumplir 14 años abandonó la casa familiar para trabajar de sirvienta en Aleksandrów y Lodz, con el fin de mantenerse a sí misma y ayudar a sus padres. A la edad de dieciocho años, mientras bailaba en una fiesta, tuvo una visión de Jesús cubierto de heridas y con sus vestiduras rasgadas, que le dijo: “¿Hasta cuándo Me harás sufrir, hasta cuándo Me engañarás?” (D. 9). De inmediato fue a postrarse ante el altar de una iglesia. Estando en oración escuchó estas palabras: “Ve inmediatamente a Varsovia, allí entrarás en un convento” (D. 10)
En Varsovia Visitó varios conventos, pero todas las puertas le fueron cerradas. Pidiéndole al Señor que no la dejara sola, buscaba una respuesta a su oración, pero el Señor quería enseñarle que Él siempre responde a nuestras oraciones solo en su tiempo, no en el nuestro. Finalmente, en julio de 1924, se dirigió a las puertas del convento de Las Hermanas de Nuestra Señora de la Misericordia. La Madre general le dijo que fuera a preguntarle al Señor de la casa si Él la aceptaba. Santa Faustina se dirigió a la Capilla y escuchó en su corazón: “Yo te acepto; tu estas en mi Corazón” (D. 14). Ella le dijo a la Madre lo que había oído, y la Madre contestó: “si el Señor te ha recibido, yo también te recibo” (D. 14). Sin embargo la Madre le pide reunir una pequeña dote, por lo que Santa Faustina tuvo que trabajar un año como sirvienta, siendo admitida en el postulantado el 1 de agosto de 1925. Unas semanas después sintió una fuerte tentación de trasladarse a otro convento donde pudiera tener más tiempo para rezar. Entonces, el Señor Jesús enseñándole su faz desgarrada y martirizada le dijo: “Tú Me vas a herir dolorosamente si sales de este convento. Te llamé aquí y no a otro lugar y te tengo preparadas muchas gracias” (D. 19).
Hitos de su vida
El noviciado lo pasó en Cracovia, donde hizo los primeros votos el 30 de abril de 1928 y los votos perpetuos de castidad, pobreza y obediencia el 1 de mayo de 1933. Trabajó en distintas casas de la Congregación. Pasó los períodos más largos en Cracovia, Plock y Vilna trabajando como cocinera, jardinera, y portera.
Cumplía sus deberes con fervor, observaba fielmente todas las reglas del convento, era recogida y piadosa, pero a la vez natural, alegre, llena de amor benévolo y desinteresado al prójimo. Toda su vida se concentraba en caminar con constancia a la cada vez más plena unión con Dios y en una abnegada colaboración con Jesús en la obra de la salvación de las almas: “Jesús mío, Tú sabes que desde los años más tempranos deseaba ser una gran santa, es decir, deseaba amarte con un amor tan grande como ninguna alma Te amó hasta ahora” (D. 1372).
El Diario que Santa Faustina escribió durante los últimos 4 años de su vida por un claro mandato del Señor Jesús, son escritos en el que registraba los encuentros de su alma con Dios.
En el Diario se revela la profundidad de su vida espiritual y su alto grado de unión con Dios. Estos escritos permiten conocer hasta qué punto Dios se entregó a su alma y evidencia también sus esfuerzos y combates en el camino hacia la perfección cristiana.
El Señor la colmó de muchas gracias extraordinarias: los dones de contemplación y de profundo conocimiento del misterio de la Divina Misericordia, visiones, revelaciones, estigmas ocultos, los dones de profecía, de leer en las almas humanas, y de desposorios místicos. Colmada de tantas gracias, escribió: “Ni gracias, ni revelaciones, ni éxtasis, ni ningún otro don concedido al alma la hace perfecta, sino la comunión interior de mi alma con Dios. Estos dones son solamente un adorno del alma, pero no constituyen ni la sustancia ni la perfección. Mi santidad y perfección consisten en una estrecha unión de mi voluntad con la voluntad de Dios” (D. 1107).
El austero modo de vida y los agotadores ayunos que practicaba desde antes de entrar en el convento, debilitaron tanto su organismo que siendo postulante, fue enviada al balneario de Skolimów, cerca de Varsovia, para recuperar la salud.
Tras el primer año de noviciado, le vinieron experiencias místicas sumamente dolorosas; las de la llamada noche oscura, y luego, sufrimientos espirituales y morales relacionados con la realización de su misión que le fue encomendada por el Señor.
Santa Faustina se ofreció como víctima por los pecadores y con este propósito experimentó también diversos sufrimientos para salvar las almas.
En los últimos años de su vida aumentaron los sufrimientos interiores, la llamada noche pasiva del espíritu y las dolencias del cuerpo: se desarrolló la tuberculosis que atacó los pulmones y el sistema digestivo.
A causa de ello dos veces fue internada en el hospital de Pradnik en Cracovia, por varios meses. Extenuada físicamente por completo, pero plenamente adulta de espíritu y unida místicamente con Dios, falleció en olor de santidad el 5 de octubre de 1938, a los 33 años.
La imagen de Jesús misericordioso fue revelada a Santa Faustina el 22 de febrero de 1931 en su celda del convento de Plock, en una visión en que Jesús le dice: “Pinta una imagen según el modelo que ves, y firma: Jesús, en Ti confío” (D. 47).
La Fiesta de la Divina Misericordia fue establecida por Jesús cuando comunica a Santa Faustina su deseo de que pintara la imagen, en Plock en 1931: “Deseo que haya una Fiesta de la Misericordia. Quiero que esta imagen que pintarás con el pincel sea bendecida con solemnidad el primer domingo después de la Pascua de Resurrección; ese domingo debe ser la Fiesta de la Misericordia” (D. 49).
La novena a la Divina Misericordia fue escrita por Santa Faustina en agosto de 1937 por orden de Jesús, para ser rezada antes de la fiesta de la Divina Misericordia, comenzando el Viernes Santo (cf D. 1210-1229): “Deseo que durante esos nueve días lleves a las almas a la Fuente de Mi Misericordia para que saquen fuerzas, alivio y toda gracia que necesiten para afrontar las dificultades de la vida y especialmente en la hora de la muerte. (…) Y no rehusaré nada a ningún alma que traerás a la Fuente de Mi Misericordia. Cada día pedirás a Mi Padre las gracias para estas almas por Mi amarga Pasión” (D. 1209).
El rezo de la Coronilla a la Divina Misericordia fue dictada a Santa Faustina por Jesús entre el 13 y el 14 de septiembre de 1935 en Vilna, como una oración para aplacar la ira divina (cf D. 474 – 476).
La Hora de la Misericordia, las 3 de la tarde, es la hora en que Jesús murió en la cruz, hora en que Él le encomendó a Santa Faustina, en octubre de 1937, adorar y glorificar su misericordia: “Cuantas veces oigas el reloj dando las tres, sumérgete en Mi misericordia, adorándola y glorificándola; suplica su omnipotencia para el mundo entero y, especialmente, para los pobres pecadores, ya que en ese momento, se abrió de par en par para cada alma. (…) Sumérgete en oración allí donde estés, aunque sea por un brevísimo instante” (D. 1572).
En 1997 el Papa San Juan Pablo II hizo una peregrinación a la tumba de Santa Faustina –aun Beata- en Polonia, llamándola “Gran apóstol de la Misericordia en nuestros días”. El Papa dijo en su tumba: “El mensaje de la Divina Misericordia siempre ha estado cerca de mi como algo muy querido (…), en cierto sentido forma una imagen de mi Pontificado”. Santa Faustina fue canonizada el 30 de abril de 2000, siendo la primera canonización del año jubilar.
La misión de Santa Faustina consiste en recordar el amor misericordioso de Dios al hombre y en transmitir nuevas formas de culto a la Divina Misericordia. Jesús le dice: “Tú eres la secretaria de Mi misericordia; te he escogido para este cargo, en ésta y en la vida futura” (D. 1605). “Esta es tu misión y tu tarea en toda tu vida para que des a conocer a las almas la gran misericordia que tengo con ellas, y que las invites a confiar en el abismo de Mi misericordia” (D. 1567).