¿Por qué un Santuario de la Divina Misericordia?
Los Santuarios son iglesias o lugares sagrados a los que acuden en peregrinación numerosos fieles, por motivos peculiares de piedad, como son las diferentes advocaciones al Señor, a la Virgen María, o la devoción a un santo en particular (cfr. CIC 1230).
Estas peregrinaciones y visitas a los santuarios son una de las variadas formas de piedad en torno a la vida sacramental de la Iglesia que expresan el sentido religioso del pueblo cristiano (cfr. CCE 1674). Peregrinar a un Santuario es una evocación de nuestro caminar por la tierra hacia el cielo.
Es un tiempo fuerte de renovación de la oración, ya que los santuarios son para los peregrinos lugares excepcionales para vivir en Iglesia las formas de la oración cristiana (cfr. CCE 2691).
A lo largo de estos años...
Se ha extendido por nuestro país la devoción a la Divina Misericordia, por lo que se hace necesario contar con un Santuario que pueda acoger a los devotos de Jesús Misericordioso que quieran peregrinar a un lugar dedicado a Él, para darle culto con las cinco formas que el mismo Jesús enseñó a Santa Faustina:
- Celebrando la Fiesta de la Divina Misericordia el II Domingo de Pascua de Resurrección, que ya desde el año 2000 quedó instituida como fiesta para toda la Iglesia Universal.
- Venerando la Imagen de Jesús Misericordioso, que nos llama a darle culto confiando en Él (fe) y practicando obras de misericordia espirituales y corporales (obras).
- Rezando la Coronilla, dirigida al Padre, en que le pedimos que nos mire a través de su Hijo Jesucristo y tenga misericordia de nosotros y del mundo entero.
- Adorando a Jesús en la Hora de la Misericordia, las tres de la tarde, dirigida al Hijo, Jesucristo, contemplando su pasión y agonía en la cruz.
- Difundiendo el mensaje de la Divina Misericordia que recuerda a la humanidad el amor misericordioso de Dios que llama al pecador arrepentido a no tener miedo de acercarse a Él.
Siempre tenemos necesidad de la misericordia divina, del perdón que Dios nos concede frente a nuestros pecados, de la sanación que Él nos da levantándonos de nuestras miserias para con su gracia llevarnos a la santidad.
Pero los tiempos que vivimos nos hacen tomar conciencia que hoy más que nunca la humanidad tiene necesidad del mensaje de la Divina Misericordia. Así lo expresó San Juan Pablo II durante todo su pontificado, como así también no se cansa de recordarlo el Papa Francisco, que convocó a un Año Santo de la Misericordia desde el 8 de diciembre del 2015, fiesta de la Inmaculada Concepción, hasta el 20 de noviembre de 2016, fiesta de Cristo Rey.
Hoy más que nunca la humanidad tiene necesidad del mensaje de la Divina Misericordia, porque la humanidad se ha olvidado de Dios y ha perdido el sentido del pecado, ha construido un mundo sin Dios y ha optado por caminos autodestructivos. Tiene necesidad del Mensaje de la Divina Misericordia porque cuando los hombres toman conciencia de sus pecados, de la maldad y gravedad de ellos, este mensaje les recuerda que sus pecados tienen perdón, que sus vidas tienen restauración, que ninguna persona por grave que sean sus pecados es un caso perdido, que aunque sea como un cadáver que se está pudriendo la misericordia de Dios lo puede resucitar, que el más grande pecador es el que más derecho tiene a la misericordia de Dios, que basta con que Dios vea un poco de buena voluntad en una persona para entrar en esa vida y llevarla a la santidad.
Este mensaje recuerda que Dios espera al pecador, como el Padre Misericordioso de la Parábola del Hijo Pródigo, para perdonarlo y hacer una fiesta por su retorno. ¡Cuánto necesita la humanidad redescubrir el valor de la Misericordia divina! Dios, que es amor, nos ama tanto, que su misericordia es infinita.
Necesitamos un Santuario de la Divina Misericordia que nos recuerde que la misericordia es el más grande atributo de Dios, y que la Iglesia debe proclamar esta misericordia con sus palabras y con sus obras.
(Significado de las siglas: CIC: Código de Derecho Canónico. CCE: Catecismo de la Iglesia Católica)